La construcción de una casa de madera ofrece numerosas ventajas pero a su vez también supone obligaciones, y la principal es mantener la madera en buen estado.
En primer lugar hay que revisar de forma periódica el techo, las paredes, las vigas y el suelo para observar si hay grietas, humedades e incluso agujeros, ya que hay que evitar a toda costa cualquier tipo de humedad. Por supuesto, hay que repasar los tablones de madera y las tejas.
Hay que revisar con mayor detenimiento el exterior de las casas ya que sufren las inclemencias meterológicas como el agua, el sol o el viento. Para protegerse de la fotodegradación originada por el sol, los ataques de los hongos o insectos existen dos formas de proteger la madera:
1º Barnizar la madera
Es el sistema más utilizado. La madera exterior debe aplicarse una mano de protector impregnante y posteriormente dos o tres manos de barniz. Para el interior basta con dos manos ya que la luz interior no produce tanto daño a la madera.
Muy importante, siempre aplicar el barniz con la madera MUY seca y lijada suavemente.
Con este sencillo hábito la casa estará suficientemente protegida, de hecho los barnices actuales tienen una calidad tal que son muy efectivos y sin producir malos olores ni vapores dañinos al inhalar.
2º Pintándola
Pueden aplicarse óleos sintéticos pero es muy importante impregnarlas previamente. Es recomendable al menos realizar dos manos de pintura.
Como hemos señalado anteriormente, en ambos casos es recomendable el uso de Impregnantes. Son productos que contienen los componentes necesarios (fundamentalmente biocidas) para evitar los daños que hongos e insectos. Son necesarios en el exterior para evitar los daños por la humedad y diferencias en la temperatura. Basta con dos capas sobre madera seca y suavemente lijada.
Una casa de madera ofrece infinidad de ventajas pero hay que mantenerla para disfrutarla durante décadas. El mantenimiento es sencillo y económico.